El Anticristo

El Anticristo es una recopilación de ensayos, del filósofo alemán Friedrich Nietzsche, que reflexiona sobre la decadencia de la moral occidental, cuya culpa es de los valores cristianos, y va dirigido contra la moral teológica del cristianismo, pero no contra Jesús (al que admiraba), y a quien Nietzsche considera “el único cristiano que vivió”. Según él, la religión fundada posteriormente por los padres de la iglesia no es, irónicamente, nada más que una labor de deconstrucción, de traición y de malinterpretación de las enseñanzas de Jesús.

Identifica en el cristianismo todo el mal social, por cuya causa el mundo sufre, y el mal moral, que oprime al hombre. San Pablo utilizó a las masas y oprimidos para tomar el poder, y del mismo modo actuaron los socialistas en la época en que Nietzsche escribió. A estos, como sobre todo a los anarquistas, el filósofo los considera —peyorativamente— como nuevos cristianos auténticos.

Se trata, sin duda, de un libro polémico, de lectura imprescindible.

Características del libro:

Información adicional

Isbn:

978-84-18145-13-1

Nº de Páginas:

96 páginas

Dimensiones:

12 x 19 cm

Formato Portada:

Rústica

"Reflexiones en voz alta de uno de los filósofos más antisistema que ha habido. Él decía lo que pensaba porque entendía que esa era su función en esta vida. Nos acercó a una visión del mundo muy acertada, pero radical para su tiempo." —Héctor de Juan

Lee un Avance de este libro

Si no conoces las bases, los cimientos, que hacen que este libro sea una obra maestra del género, te animamos a que empieces a leer el avance que te hemos preparado en la página virtual de abajo. Haz scroll. Ahí encontrarás un breve prólogo que te dará algunas pinceladas sobre lo que vas a descubrir a lo largo del libro, al tiempo que va a reactivar en ti el interés por esta magnífica pieza.

A continuación, podrás disfrutar de los primeros capítulos, para que así, de primera mano, te des cuenta de la dimensión de la obra que vas a comenzar.

¡FELIZ LECTURA!

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 Prólogo 

El Anticristo fue escrito en 1888 por el filósofo alemán Friedrich Nietzsche (1844-1900), pero debido a su polémico contenido no fue publicado hasta 1995. El título es de por sí escandaloso, pero probablemente el subtítulo: Maldición contra el Cristianismo —mutilado por la hermana de Nietzsche, una ferviente amante del nazismo— lo sea aún más.

El libro es una recopilación de ensayos que reflexiona sobre la decadencia de la moral occidental, cuya culpa es de los valores cristianos, y va dirigido contra la moral teológica del cristianismo, pero no contra Jesús (al que admiraba), a quien Nietzsche considera “el único cristiano que vivió”. Según él, la religión fundada posteriormente por los padres de la iglesia no es, irónicamente, nada más que una labor de deconstrucción, de traición y de malinterpretación de las enseñanzas de Jesús. Identifica en el cristianismo todo el mal social, por cuya causa el mundo sufre, y el mal moral, que oprime al hombre. San Pablo utilizó a las masas y oprimidos para tomar el poder, y del mismo modo actúan los socialistas en la época en que Nietzsche escribe. A estos, como sobre todo a los anarquistas, el filósofo los considera —peyorativamente— como nuevos cristianos auténticos.

Nietzsche escribe sobre cómo la cristiandad se ha convertido en una ideología establecida por instituciones como la Iglesia, y cómo las iglesias han fallado a la hora de representar la vida de Jesús. Es importante destacar que Nietzsche vivió en una sociedad protestante y su repulsa hacia el cristianismo se forjó a partir del conocimiento de dicha doctrina.

Él critica a los primeros cristianos por convertir a Jesús en un mártir y su vida dentro de la historia de la salvación de la humanidad, como motivo para dominar a las masas, encontrando a los apóstoles cobardes, vulgares y resentidos. Argumenta que las sucesivas generaciones malentendieron la vida de Jesús, mientras la influencia de la cristiandad crecía. En el siglo XIX, Nietzsche concluye que la cristiandad se ha vuelto tan mundana al punto de hacerse una parodia de sí misma, una total manipulación de sus enseñanzas y su «buena nueva». Es por esto que concluyó en una de sus frases más célebres: «El último cristiano murió en la cruz», considerando que San Pablo y los primeros cristianos (los «anticristianos») solo hicieron negocio con su figura a través de su Iglesia y nadie siguió realmente ni aspiró jamás a aceptar la doctrina de Cristo.

Se trata, sin duda, de un libro polémico, de lectura imprescindible.

—Juan José Marcos

 

El sufrimiento se torna contagioso por la compasión; en ciertas circunstancias, con la compasión se puede conducir a un sacrificio total de la vida y de la energía vital.”

Friedrich Nietzsche


 Capítulo I 

Este libro está escrito para unos pocos lectores. Tal vez para ninguno de ellos todavía, pero podrán comprender mi Zaratustra. ¿Tengo yo tal vez derecho a confundirme con aquellos a quienes hoy se presta atención? A mí me pertenece el pasado mañana. Hay hombres que nacen póstumos.

Conozco demasiado bien las condiciones necesarias para que se me comprenda y suelen  comprenderme por necesidad. Hay que ser honrado hasta la médula en las cosas espirituales solamente para soportar mi seriedad y mi pasión. Hay que estar hecho a vivir en las montañas para ver a nuestros pies la mezquina locuacidad política y el egoísmo de los pueblos en cada momento. Hay que volverse indiferente. No hay que preguntarse si la verdad favorece o perjudica al hombre. Se debe sentir predilección para los temas que ahora asustan a todos y poseer el valor de las cosas prohibidas. Hay que estar predestinado al laberinto. Esa soledad tiene que servir de experiencia. Se necesitan nuevos oídos para una nueva música; nuevos ojos para las cosas más alejadas; nueva conciencia para las verdades hasta ahora mudas, así como la voluntad de la economía a lo grande; conservar las propias fuerzas y el entusiasmo... Hay que respetarse y amarse a uno mismo; tener total libertad para uno mismo...

No obstante, solamente los así forjados son mis lectores predestinados. ¿Qué más me dan los demás? Los demás son simplemente la humanidad. Es necesario ser superior a la humanidad mediante la fuerza, el temple y el desprecio...

—Friedrich Nietzsche

 

1

Mirémonos de frente. Somos hiperbóreos y sabemos bastante bien lo apartados que vivimos. «No hallarás por tierra ni por mar el camino a los hiperbóreos.» Píndaro ya lo sabía. Nuestra vida y nuestra felicidad se encuentran más allá del Septentrión, de los hielos y la muerte... Hemos hallado la felicidad, conocemos el camino, dimos con la salida a milenios de laberinto. ¿Quién más la ha encontrado? ¿Quizá el hombre moderno? «Yo no sé entrar ni salir. Soy todo lo que no sabe entrar ni salir.» El hombre moderno suspira en estos términos... Sufríamos esta modernidad, una paz putrefacta, un compromiso perezoso, todo el virtuosismo impuro del moderno sí y el no. Tal tolerancia y amplitud de corazón, que todo lo perdona porque todo lo comprende, para nosotros es el siroco. Es mejor vivir entre los hielos que entre las virtudes modernas y otros vientos del Sur... Fuimos valientes e inclementes con nosotros y con el prójimo, pero durante mucho tiempo no supimos adónde nos llevaría nuestro valor. Nos volvimos taciturnos y nos tacharon de fatalistas. Nuestro sino eran la plenitud, la tensión, la hipertrofia de las fuerzas. Anhelábamos rayos y hechos. Estábamos lejos de la felicidad de los débiles, de la abnegación... Un huracán agitaba nuestra atmósfera. Nuestra naturaleza se ensombrecía porque no hallábamos ninguna vía. Esta es la receta de nuestra felicidad: un sí, un no, una línea recta, una meta...

 

2

¿Qué es lo bueno? Todo lo que en el hombre eleva el sentimiento y la voluntad de poder, el poder mismo.

¿Qué es lo malo? Todo lo que nace de la debilidad.

¿Qué es la felicidad? El sentimiento de lo que aumenta el poder y de haber superado un obstáculo.

No alegría, sino mayor poder; no paz en general, sino guerra: no virtud, sino habilidad (virtud en el estilo del Renacimiento, virtud sin moral).

Los débiles y los fracasados han de perecer. Esta es la primera proposición de nuestra filantropía. Y hay que ayudarlos a perecer.

¿Qué es lo más perjudicial que cualquier vicio? La simpatía activa hacia los fracasados y los débiles: El cristianismo.

 

3

El problema que planteo aquí no consiste en lo que debe realizar la humanidad en la secuencia de las especies (el hombre es una conclusión), sino qué tipo de hombre se debe educar, se debe querer como el más valioso, digno de vivir y seguro del porvenir.

Este tipo tan valioso ya ha existido muy a menudo; pero como caso afortunado, como emoción, nunca fue deseado. Más bien fue lo más temido, ha sido aquello que se había de temer, y por temor se ha deseado el tipo opuesto, se ha criado y se ha logrado: el animal doméstico, el del rebaño, el hombre enfermo: El cristiano...

 

4

La humanidad no representa una evolución del mejor o el más fuerte o el más alto tal y como se creía en la actualidad. El «progreso» es solo una idea moderna; es decir, una idea falsa. El europeo actual está muy por debajo del europeo del Renacimiento; un desarrollo sucesivo no es en absoluto, por necesidad, lo mismo que elevación, avance o refuerzo.

En otro sentido, existen casos de éxito individual aislado en muchos puntos de la Tierra y en las más diversas culturas en las cuales se representa un tipo superior; algo que, con relación a la humanidad como un colectivo, es un superhombre. Estos casos aislados de gran éxito siempre han sido posibles, y tal vez serán siempre posibles. E incluso razas enteras, pueblos y naciones pueden constituir en ciertas circunstancias un ejemplo de esta fortuna.

 

5

No debemos adornar y acicalar el cristianismo; libró una guerra mortal a este tipo superior de hombre; desterró todos los instintos fundamentales de este tipo, extrajo y destiló de estos instintos el mal, al Malo; consideró al hombre fuerte como lo típicamente reprobable, lo consideró él «maldito». El cristianismo se puso del lado de todo lo débil, humilde y fracasado; idealizó la contradicción a los instintos de conservación de la vida fuerte; destrozó la razón de las naturalezas espiritualmente más fuertes enseñando a ver los supremos valores de la intelectualidad como algo pecaminoso, extraviado y tentador. El ejemplo más deplorable es la ruina de Pascal, que creyó que su razón estaba corrompida por el pecado original, ¡cuando solamente estaba corrompida por su cristianismo!

 

6

Es un espectáculo doloroso y pavoroso el que se ha descubierto a mis ojos; descorrí la cortina que ocultaba la depravación del hombre. En mi boca, esta palabra queda libre de sospecha, la de que contiene una acusación moral contra el hombre. Se utiliza –quiero enfatizarlo una vez más– sin moral; y ello es cierto en tanto que tal depravación de la que hablo es más obvia a mis ojos precisamente donde hasta ahora se aspiraba más conscientemente a la «virtud», a la «divinidad». El lector adivinará que entiendo la podredumbre en el sentido de decadencia de los valores. Creo que un animal, una especie, un individuo se corrompe cuando pierde sus instintos, cuando escoge y prefiere lo que le perjudica. Una historia de los sentimientos superiores, de «los ideales de la humanidad» –y es posible que deba escribirla– explicaría por qué el hombre ha degenerado así. La misma vida me parece instinto de crecimiento, supervivencia, acumulación de fuerzas, poder. Donde no hay voluntad de poder, sobreviene el desastre. Creo que todos los supremos valores de la humanidad se han quedado sin esta voluntad; que los valores de decadencia y del nihilismo, prevalecen bajo los nombres más sagrados.

 

7

El cristianismo es llamado la religión de la compasión. La compasión se opone a las pasiones tónicas que aumentan la energía vital; es depresiva. El hombre pierde el poder con la compasión, con ella se multiplica por mil la pérdida de fuerza que el sufrimiento aporta. El sufrimiento se torna contagioso por la compasión; en ciertas circunstancias, con la compasión se puede conducir a un sacrificio total de la vida y de la energía vital –una pérdida totalmente desproporcionada con la importancia de la causa (el caso de la muerte del Nazareno)–. Este es el primer punto de vista. Sin embargo, hay otro más importante. Si se miden los efectos de la compasión por la gravedad de las reacciones que provoca, su carácter amenazante para la vida aparece con una luz mucho más clara. La compasión frustra toda la ley de la evolución, que es la ley de la selección natural. Preserva lo que está maduro para ser destruido; combate a favor de los desheredados y de los condenados de la vida; al mantener la vida en muchos de los fracasados de toda especie, da a la vida misma un aspecto lúgubre y enigmático.

 

FIN DE LAS PRIMERAS PÁGINAS…

Lee un Avance de este libro

Si no conoces las bases, los cimientos, que hacen que este libro sea una obra maestra del género, te animamos a que empieces a leer el avance que te hemos preparado en la página virtual de al lado. Haz scroll. Ahí encontrarás un breve prólogo que te dará algunas pinceladas sobre lo que vas a descubrir a lo largo del libro, al tiempo que va a reactivar en ti el interés por esta magnífica pieza.

A continuación, podrás disfrutar de los primeros capítulos, para que así, de primera mano, te des cuenta de la dimensión de la obra que vas a comenzar.

¡FELIZ LECTURA!

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Analiza la historia de la humanidad y a los grandes filósofos. ¡No deja títere con cabeza! Un gran libro.

Ana Ana

Si piensas que será muy arduo y que no te enterarás de nada, estás equivocado. Son pequeñas citas de media página fáciles de comprender. Eso sí, después es posible que te quedes un rato reflexionando sobre cada una.

Jorge Márquez

Reflexiones en voz alta de uno de los filósofos más antisistema que ha habido. Él decía lo que pensaba porque entendía que esa era su función en esta vida. Nos acercó a una visión del mundo muy acertada, pero radical para su tiempo.

Héctor de Juan

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